Costantino Iadecola: “La idea de que el alzhéimer podría tener un componente vascular no formaba parte de nuestro pensamiento”
Director del Instituto de Investigación del Cerebro y la Mente de la Familia Feil
El Dr. Costantino Iadecola es director y presidente del Instituto de Investigación del Cerebro y la Mente de la Familia Feil y profesor de Neurología de la cátedra Anne Parrish Titzell en Weill Cornell Medicine. Su investigación se centra en los mecanismos básicos de la función neurovascular y en las alteraciones celulares y moleculares que subyacen a la lesión cerebral isquémica, la neurodegeneración y otras afecciones asociadas con el deterioro cognitivo.
Las enfermedades neurológicas del cerebro son las que están creciendo más rápido en el mundo, y son también aquellas para las que hay menos oportunidades terapéuticas.
Así es. Este crecimiento tan rápido se debe en gran parte al envejecimiento de la población. Muchas de estas enfermedades neurológicas están relacionadas con la edad, especialmente las que afectan la cognición. A medida que la población mundial envejece, aumenta la incidencia de estas enfermedades. Al mismo tiempo, no hay terapias efectivas para estas condiciones, lo que provoca un aumento en la prevalencia de las enfermedades. Cada vez más personas están afectadas a medida que envejecen.
Por eso hay un gran interés en comprender cómo prevenir estos problemas cognitivos relacionados con la edad y, si es posible, cómo tratarlos. Durante muchos años, las enfermedades neurológicas han sido dominio de los neurólogos. Yo mismo soy neurólogo.
Hasta hace poco, no se había contemplado el papel de las alteraciones vasculares en estas enfermedades neurológicas, salvo en el caso de los accidentes cerebrovasculares y otras enfermedades importantes de los vasos sanguíneos del cerebro. La idea de que el alzhéimer podría tener un componente vascular no formaba parte de nuestro pensamiento.
De hecho, los criterios de diagnóstico de alzhéimer no incluían la posibilidad de un problema vascular. Por ejemplo, si alguien había sufrido un derrame cerebral, automáticamente se descartaba la posibilidad de alzhéimer. Eso creó una percepción errónea de la enfermedad. Sin embargo, cuando analizas la realidad, te das cuenta de que la mayoría de las personas con deterioro cognitivo en la comunidad tienen una combinación de enfermedades, como alzhéimer y problemas vasculares. La demencia mixta es la causa más común; no es solo alzhéimer, ni es solo vascular, es mixta.
Entonces los neurólogos, médicos y científicos deben cambiar su manera de pensar.
Exactamente. Por ejemplo, si vas a una clínica de memoria, donde muchas de estas personas terminan yendo primero, los médicos ni siquiera suelen medir la presión arterial. Se enfocan solo en el cerebro, sin preocuparse por el resto del cuerpo. Eso elimina uno de los factores más importantes que contribuyen a la demencia, como la presión arterial. Además, hay otros factores cardiovasculares como el colesterol y la diabetes que también son cruciales.
En la CNIC Conference hemos reunido a expertos mundiales que cubren tanto los aspectos neuronales intrínsecos del cerebro como los vasculares periféricos. También tenemos expertos en epidemiología, que comprenden cómo evolucionan las enfermedades a nivel poblacional, y especialistas en el sistema inmunológico, cuyo papel en estas enfermedades es cada vez más evidente.
Tal vez debamos considerar la demencia como una enfermedad que afecta a todo el cuerpo, no solo al cerebro.
Exacto. Este es un concepto que es difícil de aceptar en la comunidad neurológica, porque hemos sido entrenados para centrarnos solo en el cerebro. Medimos reflejos, pero no la presión arterial. Es un cambio de paradigma que necesitamos fomentar, y esperamos que el mensaje se perpetúe en la próxima generación. Los postdoctorados de hoy son quienes tendrán el mayor impacto en el futuro.
Nosotros ya no tenemos la misma flexibilidad mental para pensar en nuevas formas de abordar estos problemas. Por ejemplo, alguien le preguntó a Valentín Fuster sobre las redes sociales. Nuestra generación creció con la televisión y las películas, pero los jóvenes de hoy piensan en las redes sociales, que es donde está la acción ahora. Ya no es lo que dice el profesor en la escuela, ni lo que ves en la televisión, sino lo que dicen tus pares.
En esos años de adolescencia, que son tan críticos, adquieres ciertos hábitos que llevas contigo toda la vida. Por ejemplo, recuerdas que te enseñaron sobre la importancia del ejercicio y cómo evitar ser sedentario, lo cual es un factor de riesgo importante para el alzhéimer y la presión arterial alta.
Todo esto es importante para la prevención, pero el problema es que no tenemos tratamientos efectivos para estas enfermedades. ¿Este cambio de paradigma podría llevarnos a nuevos tratamientos o a formas de encontrar tratamientos para la demencia, no solo para el alzhéimer?
Absolutamente. Pero hay que entender que el campo de la demencia está estrechamente relacionado con el envejecimiento.
Aunque no podemos controlar el envejecimiento, hay quienes dicen que viviremos mucho más tiempo.
Sí, pero no estamos hechos para vivir para siempre. Sin embargo, si mantenemos nuestro cuerpo saludable, el impacto del envejecimiento no será tan grave.
Ha mencionado la importancia de mantener el cuerpo joven evitando los factores de riesgo.
Exacto, y los hábitos que adquirimos, como no fumar, son cruciales. En EEUU, se fuma mucho menos que aquí en Europa.
Es un problema enorme, especialmente entre los jóvenes.
Así es, y muchos jóvenes piensan que fumar o vapear no tiene consecuencias, lo cual es un error. Como señala el Dr. Fuster, las estrategias de prevención deben comenzar desde muy jóvenes, porque el riesgo es acumulativo y, además, cuando eres joven, es más probable que adquieras buenos hábitos.
Uno de los aspectos más reveladores, pero también más deprimentes, es que los factores de riesgo relacionados con los vasos sanguíneos son más peligrosos en la mediana edad. Cuando ya tienes problemas de memoria o cognición, controlar la presión arterial no supone una gran diferencia. Lo que realmente ayuda es haberla controlado 20 años antes. Lo ideal es identificar los riesgos lo antes posible para cambiar nuestro estilo de vida o buscar ayuda médica.
Y en su opinión, ¿cree que la sociedad y los gobiernos están recibiendo estos mensajes y comprendiendo la importancia de controlar la presión arterial y otros factores? ¿Y la sociedad?
La sociedad tiende a reaccionar en lugar de ser proactiva. No se preocupa por el control de infecciones hasta que hay una pandemia, por ejemplo. Lo mismo ocurre a nivel individual. No actuamos hasta que nos damos cuenta de que algo va mal. Sería ideal que llevar un estilo de vida saludable se convirtiera en un hábito natural.