Esteban Hoijman: "Cambié la arquitectura y la antropología por la ciencia"

Universidad de Barcelona España

Esteban Hoijman: "Nunca se podrán obtener todos los beneficios de hacer ejercicio  en una pastilla"

Esteban Hoijman es biólogo celular y del desarrollo a causa de un profesor de filosofía que le habló del VIH, el virus que causa el sida. Obtuvo su Licenciatura y Doctorado en Ciencias Biológicas en la Universidad de Buenos Aires (Argentina) y se especializó en microscopía avanzada, investigación en pez cebra y mecanobiología en el Centro de Microscopía Avanzada de la Universidad de Buenos Aires y en el Instituto Hubrecht (Países Bajos). Su primer postdoctorado lo realizó en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, donde desarrolló un sistema para obtener imágenes de la dinámica celular durante la morfogénesis de tejidos en embriones vivos. Para su segundo postdoctorado, se unió en 2017 al grupo formado de Verena Ruprecht en el Centro de Regulación Genómica, donde integró su experiencia previa en imágenes de células individuales dentro de embriones vivos con su conocimiento de la biología epitelial y la muerte celular. Allí descubrió un mecanismo fagocítico capaz de eliminar células madre defectuosas de embriones tempranos antes de la formación del sistema inmunitario, revelando la función protectora más temprana de un tejido durante la ontogenia (Hoijman et al., Nature 2021; destacado en Nature Reviews Molecular Cell Biology). En 2021 se incorpora a la Universidad de Barcelona como Serra Hunter Lecturer Professor y jefe de grupo, y recientemente ha recibido una beca del Ministerio de Ciencia e Innovación español.

Usted iba para arquitecto o antropólogo. ¿Qué ocurrió?

Fue gracias a un profesor de filosofía al que un día se le ocurrió explicar algunas cosas sobre biología y me pareció flipante. Nos explicó cómo funcionaba el VIH, cómo afectaba al organismo, sus mecanismos para infectar una célula, etc. ¡Me entusiasmó! Cambié la arquitectura y la antropología por la ciencia. Esas charlas sobre mecanismos de biología en general, y el VIH en particular, me despertaron un interés por la biología que nunca más se ha ido.

Ahora tiene su propio grupo en la Universidad de Barcelona-IDIBELL...

Empezamos estudiando el desarrollo embrionario y cómo los embriones, y los tejidos en general, se pueden defender de situaciones problemáticas, como estrés, independientemente de la función del sistema inmune; es decir, cómo son capaces de autoprotegerse de distintos tipos de perturbaciones. Nos centramos en el embrión, pero también nos interesan otros tejidos y órganos adultos.

¿Qué diferencias hay de estar en un grupo a tener el suyo propio?

Es una situación complicada que depende de varios factores, como la financiación disponible. Ser el líder de un grupo implica hacer un montón de tareas que son cuasi empresariales y para las cuales no estamos muy formados, pero, si estás en una institución con recursos, es más sencillo delegar en otras personas. Ahora bien, si no hay esos recursos, uno tiene que absorber este tipo de tareas, lo que supone un desafío complicado. Sin embargo, este reto motiva a seguir, a poder desarrollar mis ideas.

¿Qué cualidades busca en un investigador?

El único requisito esencial es, por supuesto, que tengan un gran interés por lo que van a hacer; yo hablo de pasión. Y que lo tengan por cualquier tarea que vayan a desempeñar, ya sea más de investigación o más técnica. La pasión por la ciencia es indiscutible.

Yo lo doy todo, pero no solo por los objetivos que vamos a conseguir, que son muy importantes, sino por el trabajo en sí mismo. A mí me motiva la tarea de descubrir, investigar. Así, alguien que sea muy capaz y que tenga las mejores notas, pero al que no le interese lo que hace, no va a encajar nunca en mi grupo. Y sin embargo, una persona que tenga muchísima motivación, aunque le cuesten más algunas cosas, yo personalmente voy a encontrar la manera de sacar lo mejor de ella. Por supuesto que necesitamos los mejores en mi grupo, pero el requisito indispensable es que tienen que venir con esa pasión por lo que hacen. La investigación no es una actividad donde, en la mayoría de los casos, se gane mucho dinero. Tampoco es que sean personas que vayan a conseguir fama ni nada por el estilo, sino que es una tarea muy vocacional.

Esta tarea vocacional la veo en todos los casos de investigadores que admiro: tienen esa pasión por la investigación en sí misma.

Regeneración, cómo funciona y cómo se puede promover. ¿Desde cuándo quiere estudiar este campo?

Yo siempre tuve claro que me interesaba el desarrollo embrionario; cómo se forman las estructuras. Al principio me atraía la idea de construir casas, pero lo cambié por construir estructuras biológicas. Este campo de la regeneración está también muy relacionado con el desarrollo temprano, que no es otra cosa que formar estructuras de cero del desarrollo embrionario.

Esteban Hoijman

¿Qué similitudes hay entre el desarrollo embrionario y los procesos de regeneración en el adulto?

No son tan distintos, aunque tienen algunas diferencias que son tan importantes que hacen que, como adultos, no seamos capaces de regenerar y fabricar tejidos o partes de órganos tan bien como lo hacíamos durante la fase de desarrollo embrionario. Sin embargo, comparten muchas estructuras, y es por eso básicamente que los avances en mecanismos de regeneración parten del conocimiento de los mecanismos del desarrollo embrionario. Sabemos que las moléculas de señalización, los genes que determinan los procesos, son los mismos, pero hay unas pequeñas diferencias que son lo que cambia todo. Los modelos animales de regeneración son muy importantes. Hay animales que pueden regenerar el corazón, como un pez, hasta otros que pueden regenerar una cabeza, como un gusano. Este animal, de adulto, retiene esa capacidad de desarrollo embrionario.

Desde el punto de vista funcional, un corazón de pez y un corazón de humano, aunque tengan algunas diferencias, comparten muchas similitudes. La cuestión es saber por qué los humanos no podemos regenerarnos como un pez. Si encontramos cuáles son esas pequeñas diferencias, podemos tratar de saltar ese gap y determinar cómo podemos regenerarnos.

¿A mayor complejidad de un organismo, menor capacidad de regeneración?

Un poco sí. Hay muchas evidencias que apoyan eso de que es la complejidad lo que dificulta la capacidad de regenerar, aunque yo creo que esa no es la única explicación. Estamos perdiendo algunos eslabones que todavía no entendemos. Por supuesto que, a medida que conocemos más y vemos que hay genes que tienen un silenciamiento, que hay genes que se dejan de expresar en el adulto, el hecho de volver a expresarlos requeriría reactivar programas que no queremos activar, porque, por ejemplo, podrían ser peligrosos al producir diferenciación o proliferación patológica en tejidos.

¿Qué otras líneas de investigación está desarrollando su laboratorio?

Mi laboratorio básicamente se centra en tratar de estudiar cómo un tipo de tejido, el epitelial, es capaz de llevar a cabo funciones inmunes. El sistema inmunitario tiene distintas funciones; no solo defendernos contra agentes infecciosos, sino, por ejemplo, combatir células cancerígenas, eliminarlas, etc. También se encarga de destruir las células que se mueren en un tejido, ya sea por el recambio normal que ocurre en todos los tejidos o por algún daño puntual. Y se sabe desde hace tiempo que los tejidos epiteliales son capaces de participar en esa función de eliminación.

Lo que nosotros descubrimos es que en una fase muy primigenia el embrión tiene un epitelio que desempeña una función protectora, porque es capaz de eliminar las células que se mueren en su interior. Esto pasa en una etapa en la que el embrión no tiene ninguna célula inmune y aparentemente carece de células diferenciadas. En este contexto embrionario, lo que nosotros planteamos es que este epitelio es capaz de proteger al embrión cuando no hay sistema inmune. Vendría a ser como un sistema inmune. De hecho, es el primer tejido que se forma de todos los vertebrados, incluyendo los humanos. Y tiene, entre otras funciones, la capacidad de proteger al embrión de alguna manera. Es decir, lo primero que se forma es un tejido que protege al propio embrión.

Ahora estamos tratando de analizar si esta función de los epitelios también está presente en órganos adultos. Nos interesaba estudiar cómo el embrión era capaz de responder al estrés y si era capaz de defenderse, y lo pudimos observar porque filmamos la dinámica de cómo va cambiando en el tiempo este proceso.

Desde el punto de vista funcional, un corazón de pez y un corazón de humano, aunque tengan algunas diferencias, comparten muchas similitudes. La cuestión es saber por qué los humanos no podemos regenerarnos como un pez. Si encontramos cuáles son esas pequeñas diferencias, podemos tratar de saltar ese gap y determinar cómo podemos regenerarnos

¿Cree que hay una brecha generacional entre los investigadores de ahora y su generación?

Percibo que hay un cambio que tiene que ver con varios factores. Por un lado, da la sensación de que las oportunidades en el mundo de la ciencia se han reducido en los últimos años porque la cantidad de personas que se dedican a la investigación ha aumentado mucho; es decir, si bien se ha producido un incremento en el número de investigadores, no así en el número de posiciones de jefes de grupo. Además, existen muchas normas que tienen que ver con exigencias muy altas, no solo para triunfar, si uno entiende triunfar como poder hacer investigaciones que sean relevantes, sino para simplemente sobrevivir en el campo científico.

Hay una política científica, no solo en España, sino en general, en la cual se decide que los grupos de investigación tienen que ser de un número muy restringido, lo que limita el espacio para todas aquellas personas que quieran investigar. Y no solo eso, sino que además tiene que haber un número limitado de grupos de investigación.

Pero, por otro lado, muchos investigadores ven que su futuro es demasiado difícil porque están viendo que hay que trabajar sin parar durante los siete días de la semana, incluso fines de semana, por un sueldo muy bajo, y que eso no te lleva necesariamente a ni siquiera poder permanecer en el mundo científico, ya que eso depende mucho del azar y, por supuesto, de la capacidad y el esfuerzo. Y en ocasiones esa capacidad y esfuerzo no son suficientes.

Asimismo, históricamente hay una razón por la cual se considera que el investigador tiene que sufrir, que eso es parte de su vida. Antiguamente era algo que se aceptaba, pero considero que está bien que las generaciones más jóvenes cuestionen las condiciones de trabajo, porque tienen que ser mejores, y que demanden un código ético que en otros campos se respeta y que en la ciencia, a veces, está muy difuminado.

Independientemente de las razones que acabo de mencionar, también puede tener que ver con otras causas, como que es una generación que quiere las cosas más rápidas o más fáciles. Hay aspectos que se pueden combatir y otros que no, como los culturales.

¿Cree que hay suficiente información en los años de carrera sobre las opciones laborales?

Como profesor de Universidad, estoy en contacto con los estudiantes y veo, en algunos casos, muchos profesores que tienen una visión muy anticuada de la educación. Hay algunas estructuras que pueden renovarse, modificarse en términos de la enseñanza universitaria, que harían a los alumnos tener más motivación y no estar tan desanimados.

Como investigador, ¿ha podido trabajar siempre en sus propias ideas?

En mi caso sí, pero no siempre es así, ya que depende del contexto. He ido encontrando grupos de investigación que me han permitido hacer lo que quería. No me ha costado desarrollar mis propias ideas.

Pero no podemos olvidar que en la ciencia hay una lógica que establece estructuras muy jerárquicas, con un jefe de grupo que es el que toma las decisiones y, después, personas que trabajan en el grupo. En mi opinión, esta jerarquía debería eliminarse. Hay personas muy talentosas que no tienen por qué ser los que dirigen el grupo, sino que el jefe de grupo debería ser el que es el mejor gestor. A veces, en la investigación están superpuestas las tareas de dirección del grupo y de generador de ideas, algo que me parece que conceptualmente es un error. La persona que va a tener las mejores ideas no es necesariamente el mejor director de un equipo. Ahora bien, hablamos de una transformación más profunda de la estructura de cómo funciona la ciencia en el mundo.

Existe la idea de que, si a cierta edad no eres jefe de tu propio grupo, la carrera científica se ha estancado.

La verdad es que eso es así. En cualquier empresa, el director no es el que sabe los detalles técnicos de cómo funcionan las cosas. Podría haber un gestor que gestione muy bien, pero dentro de ese grupo debe haber otras personas que sean las que tengan las ideas científicas y las que las lleven adelante sin tener que gestionar la organización, la parte administrativa, financiera, etc. De todas maneras, el jefe del grupo tiene que hacer un montón de esas tareas y no necesariamente sabe hacerlas o las lleva a cabo de la manera más eficiente.

En la actualidad, hay una lucha permanente por los recursos, porque quien tiene que conseguir la financiación es quien tiene que tener las ideas. Puede haber una estrategia que consiga financiación a partir de las ideas de otra persona, y dividir las tareas haría más eficiente este proceso.

Esteban Hoijman impartió el seminario ‘Epithelial surveillance of stem cells: imaging embryonic dynamics across scales’, invitado por el Dr. Miguel Torres.