El aprender mutuo de dos grandes de la investigación cardiovascular
El Mount Sinai Heart es uno de los mejores centros de cardiología del mundo; en concreto y según reconoce su propia página web, el décimo de todo EEUU.
El Mount Sinai Heart es uno de los mejores centros de cardiología del mundo; en concreto y según reconoce su propia página web, el décimo de todo EEUU. En España, no somos tan aficionados a los rankings pero, sin duda, el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) es uno de los mejores en investigación cardiovascular, tanto a nivel nacional como europeo.
Separadas por más de 5.000 kilómetros, ambas instituciones están, sin embargo, más que unidas, gracias al programa de colaboración establecido por el director general del CNIC, Valentín Fuster, desde que accedió a hacerse cargo del centro español compaginándolo con su trabajo en el prestigioso hospital estadounidense.
De este acuerdo sabe mucho el actual director del Departamento de Investigación Clínica del CNIC, Borja Ibáñez, que se formaba en el Mount Sinai cuando el Dr. Fuster aceptó el reto español. “Al principio, se trataba de potenciar la investigación clínica traslacional”, recuerda Ibáñez, que se trasladaría posteriormente a Madrid para, de alguna forma, tutelar el proyecto de colaboración.
El diagnóstico por imagen en cardiología, disciplina en la que Fuster es pionero, centra este acuerdo, que primero se tradujo en la utilización mutua de resonancia magnética de última generación y después se concretó en dos vertientes del programa: una más clínica, dirigida por Javier Sanz y otra centrada en la imagen molecular, liderada por Zahi Fayad, ambos en el hospital neoyorkino.
El acuerdo de colaboración CNIC-Mount Sinai es de esas relaciones que evolucionan con el tiempo. Al principio, sería injusto negarlo, era el hospital americano el que más aportaba. De hecho, la idea era que investigadores del CNIC se formaran en el Mount Sinai durante un tiempo y volvieran a Madrid con su experiencia. Muchos investigadores actuales del CNIC han mejorado su formación en el marco de esta colaboración, fragmentada en distintos programas, como el CardioImagen o el CardioJoven, que formaba a los investigadores junior en tres entornos: la Universidad Johns Hopkins, el Mount Sinai y el propio CNIC.
En apenas cinco años, el CNIC pasó de ser una promesa a un centro puntero a nivel mundial y su relación con el hasta entonces “hermano mayor” pasó a ser de igual a igual
Pero en apenas cinco años, el CNIC pasó de ser una promesa a un centro puntero a nivel mundial y su relación con el hasta entonces “hermano mayor” pasó a ser de igual a igual. Lo comenta el Dr. Ibáñez, que resalta cómo actualmente se colabora en proyectos a nivel transatlántico. La última “joya” de la corona: el TAN-SNIP (TRANS-ATLANTIC NETWORK TO STUDY STEPWISE NONINVASIVE IMAGING AS A TOOL FOR CARDIOVASCULAR PROGNOSIS & PREVENTION), en el que se trabaja en un objetivo tan ambicioso como ser capaz de transformar la epidemiología de la enfermedad cardiovascular: saber si se puede cambiar el comportamiento de personas que, a través del diagnóstico por imagen, han descubierto que tienen evidencia de enfermedad aterosclerotica, cuando aún no han tenido ningún síntoma. Se trata de un proyecto con unos “partners” de lujo, incluyendo el famosísimo Estudio Framingham, pionero en establecer los factores de riesgo cardiovascular clásicos.
Pero las áreas comunes de investigación con el Mount Sinai no se limitan a este estudio. La colaboración ha servido desde para desarrollar tecnología propia hasta para investigar en asuntos tan punteros como la terapia génica para la hipertensión pulmonar. “Empezamos con programas de formación, pero ahora trabajamos como una misma unidad de investigación cardiovascular, el ejemplo perfecto de ‘joint venture’, concluye el Dr. Ibáñez.
Javier Sanz es español, cardiólogo y uno de los responsables en el Mount Sinai de que el acuerdo marche sobre ruedas. De hecho, explica que el programa tiene incluso cierto valor sentimental para él, ya que “la relación tan cercana entre los programas de Imagen del Mount Sinai y el CNIC” hace que muchos de los expertos del centro español se formen en la ciudad de los rascacielos por largos periodos de tiempo y se formen incluso amistades entre ambos equipos.
Sanz cree que el CNIC “tiene mucho que ofrecer al Mount Sinai y su Facultad de Medicina desde una perspectiva académica”. La razón: el CNIC tiene los medios para hacer investigación desde su parte más básica a los grandes estudios, incluyendo investigación traslacional con modelos experimentales grandes y pequeños. “Investigadores del Mount Sinai puede tener acceso a las instalaciones de última generación con un rango impresionante de recursos y experiencia”, apunta el cardiólogo, que señala también los beneficios para el centro español: “El Mount Sinai puede ofrecer la parte más cercana al enfermo de la investigación biomédica, por la gran cantidad de pacientes y procedimientos que se practican en sus instalaciones y que le hacen ser un líder reconocible en casi cualquier aspecto de la medicina cardiovascular”.
Sanz especifica que, aunque el Mount Sinai colabora con otros centros de Europa, no hay ninguna otra institución con la que se mantenga un acuerdo tan duradero y un “intercambio recíproco de investigadores” como con el CNIC. “Consideramos esta relación extremadamente valiosa y gratificante”, concluye el cardiólogo español.