¡Los peces cebra molan!
Ocho niños del colegio concertado Ábaco visitaron el CNIC y tuvieron la oportunidad de ver en directo cómo se trabaja con los peces cebra
Ocho niños del colegio concertado Ábaco (en el madrileño barrio de Carabanchel) visitaron ayer las instalaciones del CNIC y tuvieron la oportunidad de ver en directo cómo se trabaja con los peces cebra, además de aprender cómo de las ideas brillantes pueden resultar empresas e incluso un modo de vida.
Los jóvenes visitantes del CNIC, que acaban de finalizar quinto de primaria, ya apuntan maneras en el campo de la investigación. Han sido los ganadores del premio Estrella a la Innovación del programa Creamos nuestra empresa de la Fundación CREATE y, además, han recibido una mención en el premio Sol al proyecto más sostenible.
Lo han logrado por diseñar un coche solar del que, como explicaron ayer en el CNIC, desarrollaron la parte teórica en el colegio y la más práctica en sus casas. El premio era una experiencia ofrecida por la Fundación Pro CNIC, que agrupa a las empresas que financian el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC). Y, como no podía ser de otra manera, el premio consistió en visitar el propio centro, donde científicos y especialistas en otras áreas les explicarían las ventajas de desarrollar la carrera en un centro como éste.
Nada más llegar al CNIC, los ocho estudiantes, sus profesores y una representante de la Fundación CREATE, fueron conducidos al laboratorio, donde Juliane Münch y Marina Peralta, dos investigadoras del Departamento de Desarrollo y Reparación Cardiovascular, enseñaron el acuario a los pequeños, que rápidamente dedujeron que los peces cebra transparentes casper se llaman así por el fantasma de la película, mucho más conocido para ellos.
Los casper les sirvieron para explicar el concepto de mutantes, más allá del asociado a los dibujos animados. Los animales sin el gen que expresa melanina resultaron muy interesantes para los niños que, sin embargo, se sorprendieron mucho más con la siguiente parte de la visita, que consistió en la observación de embriones de peces cebra en el microscopio, que expresaban ciertas proteínas con verde y rojo fluorescente, lo que les permitió observar el corazón y la sangre.
¡Cómo mola!, fue la expresión más escuchada cuando los pequeños, tras pasar un mal rato poniéndose los guantes, llegaban por fin a poner los ojos en el microscopio. También les ‘moló’ y mucho ver aletas regeneradas de peces cebra. “Como las lagartijas”, comentaron algunos.
La visita finalizó con una charla con la responsable de la oficina de transferencia de resultados de investigación (OTRI), Luzma García Piquéres, que explicó a los niños como la innovación no tiene por qué ser solo un hobby, sino que puede ser una forma de vida muy satisfactoria y, sobre todo, muy diversa. “Es una profesión en la que hay batas, corbatas y botas”, resumieron los niños la charla. Quién sabe si, en unos años, algunos de los creadores de este coche solar, estarán en el CNIC investigando.