Los “pequeños” toman la palabra
Tienen una labor de una importancia innegable pero, a menudo, se escucha poco hablar de ellos.
Tienen una labor de una importancia innegable pero, a menudo, se escucha poco hablar de ellos. Son los investigadores predoctorales o los que, ya con el título de doctor en su bolsillo, no tienen aún un grupo propio de investigación. Sin embargo, el pasado 1 de diciembre, estos juniors que darán mucho que hablar organizaron en el CNIC un evento a la altura de cualquier congreso internacional de renombre, el PhDay. Fue la primera edición y fue tanto el éxito que el 27 de noviembre van a repetir.
Bárbara González Terán, investigadora en el laboratorio de la Dra. Guadalupe Sabio, fue la principal coordinadora de este evento, función que este año ejercerá su compañero Daniel Torralba, del grupo de Francisco Sánchez Madrid. Aunque se considera una privilegiada por la “mucha formación técnica” que recibe en el CNIC, donde realiza su tesis, Bárbara cree que existen “otros aspectos” de formación en los que había capacidad de mejora. En concreto, menciona la destreza para hacer presentaciones, la capacidad de llevar a cabo y aprovechar al máximo las redes de investigadores, lo que se conoce como networking y el escribir publicaciones científicas.
Todos estos aspectos se cubren más en las universidades estadounidenses donde, como señala la joven investigadora, los pregraduados exponen con frecuencia sus proyectos y se les enseña a que aprendan a comunicar.
Así, si algo se sabía del PhDay cuando aún no era más que una idea, es que eran muchas las áreas que tenía que cubrir, por lo que el diseño del programa fue una de las tareas más difíciles, por ambiciosa. Pero antes era indispensable conseguir el apoyo del CNIC: la dirección dio luz verde al proyecto expuesto por dos representantes de los predoctorales. Así se empezó a poner en marcha un congreso que tenía como principal característica estar organizado por investigadores pre y postdoctorales y estudiantes de máster.
Por una vez, los investigadores principales no iban a ser los protagonistas, ni como ponentes ni como asistentes. “En parte se trataba de evitar que a la gente le cohibiera hablar", comenta divertida González Terán.
El nivel de los participantes en el PhDay fue comparable al de cualquier congreso más tradicional. Investigadores que ejercen dentro y fuera de España abordaron asuntos clave en la formación de los líderes científicos del futuro
Solo hubo una excepción a esta norma. Para escenificar el apoyo institucional a la iniciativa, se consiguió que impartiera la charla inaugural el director general del CNIC, el Dr. Valentín Fuster, que volvió a demostrar así su apuesta por la investigación joven, uno de los signos de identidad del centro que dirige.
El nivel de los participantes en el PhDay fue comparable al de cualquier congreso más tradicional. Investigadores que ejercen dentro y fuera de España abordaron asuntos clave en la formación de los líderes científicos del futuro.
Además de temas de índole más científica —que se abordaron en conferencias breves de 15 minutos— como la regulación de la arquitectura del genoma durante el desarrollo cardiaco, se trataron algunos más generales, como la motivación en el laboratorio, la forma en que los descubrimientos básicos pueden convertirse en empresas de éxito o el nexo entre la investigación básica y la clínica, entre otros.
En un evento en el que la capacidad de emprender era clave, las iniciativas empresariales derivadas de la investigación tuvieron un peso especial. A ellas se dedicó la sesión Más allá del banquillo, donde las ideas se hacen realidad. “Invitamos a personas que están emprendiendo sus propios proyectos, para demostrar que hay otras salidas más allá del doctorado”, explica González Terán.
Y para motivar a los participantes y animarles en su carrera científica, nada mejor que un peso pesado como el Dr.Joan Guinovart, que impartió la conferencia Todo lo que quiso saber sobre la ciencia y nunca se atrevió a preguntar. Tanto él como el resto de los ponentes, todos de renombre, acudieron al PhDay sin recibir remuneración económica alguna.
La satisfacción de los participantes fue directamente proporcional al esfuerzo de sus organizadores. Como resalta Bárbara, en una encuesta realizada a posteriori el 100% de los que asistieron expresaron su deseo de repetir y también aumentó el número de personas que quería involucrarse en la organización de una segunda edición.
Esta, que ya está en marcha, promete superar incluso en calidad a la primera. Según adelanta González Terán, se pretende organizar una suerte de competición similar a la que se lleva a cabo en algunos eventos estadounidenses. Las llamadas elevator pitches son conversaciones muy breves —de la duración aproximada de un viaje en ascensor— en las que un investigador junior tiene que intentar convencer a un jefe de la validez de una idea o un proyecto.
También se pretende mantener el nivel de los ponentes, pero contar con más internacionales y se están barajando otras ideas para hacer aún más atractiva la conferencia.
Porque como todo buen congreso científico, el PhDay tuvo también su sección de pósters y se premiaron los tres que se consideraron mejores; en esta ocasión, los galardonados fueron la estudiante de la Universidad Autónoma de Madrid Irene Rubio-Ferrera, por su póster The role of scribble and daschshund in segmental specification of neuronal subtypes (UAM), el investigador de la Universidad Complutense Alberto Hidalgo, por su póster Biophysical evaluation of pulmonary surfactant as a drug delivery system (UCM) y el investigador predoctoral en el CNIC Víctor Fanjul Hevia, autor del póster Hutchinson-Gilford Progeria Syndrome as a model to study heart diseasein aging (CNIC).