De bachilleres a médicos en el CNIC
Julio César García Rubio y Eliú David Pérez Nogales se conocieron en el CNIC en 2007 y volvieron a coincidir en el mismo centro en 2015.
En esos ocho años, han pasado de ser estudiantes de bachillerato con una nota media de 10 a residentes de Cardiología en el primer año. Han crecido en edad y en sabiduría, pero se mantienen firmes en una idea común: la admiración por el CNIC y sus programas de formación, que han conocido en distintas etapas.
Eliú es de Gran Canaria y recuerda que vino al Acércate —el programa de formación para los más jóvenes— casi por casualidad. “Empezó una asignatura en mi instituto llamada Ciencias en Experimentos. Fue un fracaso absoluto —muy pocos alumnos— pero el profesor encontró esta beca y me la propuso”, recuerda y comenta cómo lo que más le impresionó del proceso de selección fue la llamada que recibió desde el centro para entrevistarle en inglés. “Era la manera que tenían entonces de seleccionar entre todos los que teníamos media de 10, ahora se hace por sorteo”.
Esa llamada también la recuerda Julio, aunque él la recibió en su Gijón natal, donde se forma ahora como cardiólogo. Algo en lo que no pensaba en aquel lejano 2007. “Tenía bastante claro que me quería dedicar a la investigación y aquí fue donde cambié la mentalidad y me orienté más a la clínica”, comenta y recuerda que cuando llegó como becario aún pensaba en estudiar Biotecnología en lugar de Medicina.
Eliú, por su parte, sí venía con clara vocación de médico, pero no tenía clara la especialidad y el corazón le sedujo precisamente en el CNIC. Pero ninguno de los dos se conformó con la parte estándar de la formación elegida. O, en otras palabras, ninguno se conformó con la tradicional dicotomía investigación-práctica clínica.
“Es cierto que, cuando al principio te pones un fonendo al cuello, te cambia la perspectiva, empiezas a ver pacientes y lo que te gusta realmente es la clínica”, reconoce Julio que, precisamente por esta razón, decidió volver al CNIC en 2011. Lo hizo de la mano del programa Cicerone. “Había terminado cuarto y estuve en el laboratorio de Ignacio Flores, haciendo investigación básica; quería retomar un poco el espíritu que parecía haber perdido durante la carrera”.
Y, en efecto, volver le hizo retomar esa senda. Pero ni Julio ni Eliú consideran que debe de haber una dicotomía tan pronunciada. “Lo ideal sería compatibilizar las dos cosas, pero lo que sí tengo claro es que no quiero dejar la clínica para dedicarme exclusivamente a la investigación; no quiero renunciar a nada, aunque sé que al final solo se consigue renunciando al tiempo libre, pero yo creo que es una buena inversión”, apunta Julio.
“Yo ya sabía desde el principio que necesito hacer muchas cosas a la vez y que iba a tener que meter investigación por algún lado; si no es básica, será en la clínica con pacientes, pero sí que quiero compaginar las dos cosas, también a costa de tiempo”, explica Eliú en la misma línea.
Y es precisamente este interés en aspirar a recoger lo mejor de los dos mundos lo que hizo a los ya médicos y futuros cardiólogos solicitar otra beca ocho años después de la primera, en el caso de Eliú y cuatro años después de su segunda, en el de Julio.
Así, y aunque apenas han perdido contacto en estos años, los dos entonces bachilleres volvieron a coincidir como médicos en el programa RES@CNIC, nueve intensas semanas que les han demostrado que su utopía no es imposible. “El programa es muy interesante también a futuro porque, de cara a hacer estudios multicéntricos, se ha formado a una serie de gente que ha venido aquí y que está repartida por España; así, será más fácil buscar pacientes de todo el país y hacer este tipo de ensayos, porque nosotros y nuestros compañeros estamos más que dispuestos a colaborar con el centro. Es un poco la idea que tiene el programa, tratar de establecer vínculos para tener contacto más directo con los hospitales”, señala Julio.
Lo que más valora Eliú de este programa es precisamente eso, la colaboración. “Adquieres muchísimas herramientas para llevártelas a tu hospital. Te permite avanzar por tu cuenta con las herramientas que te han dado aquí, que de otra forma no hubiéramos adquirido”, apunta.
Y Julio define a RES@CNIC como “un programa diferente”. “Ya vienes como médico y, aunque es poco tiempo, te permite verlo todo desde una perspectiva distinta. Te llevas la impresión de que el médico también puede hacer investigación, algo que parece difícil viendo a compañeros de otras especialidades. En este programa te das cuenta de que es posible compatibilizarlo”, concluye.